viernes, 1 de enero de 2010

POSTALES DEL MAS ALLA

Actualmente, con el correo electrónico y los teléfonos móviles con cámara de fotos cada vez más sofisticados, te vas de viaje, a Suiza por ejemplo y te pasas a ver el Eiger, haces una foto y en ese mismo momento un amigo la recibe a modo de postal en el otro lado del mundo, quien dice a ver el Eiger, dice a Perú o a China por ejemplo. Yo tenía un amigo que siempre que se iba de viaje, me enviaba un monton de fotos a través del móvil. Cuando cambias de móvil, que se hace con frecuencia, generalmente te quedas sin las fotos, salvo que hayas tenido la precaución de pasarlas a un ordenador o cambiarlas al móvil nuevo, pero eso es mas historiado.

Pero en los años 70 no existían ni los móviles, ni el correo electrónico, así que la gente cuando salía por ahí tenía la buena costumbre, porque a mí me parecía y me sigue pareciendo una buena costumbre, de enviar una tarjeta postal. En la montaña pasaba lo mismo, si se iban fuera te enviaban una postal, los que no tenían tu dirección o no te la habían pedido al irse se la enviaban a un amiguete, y este cuando te veía el fin de semana te la daba y si no te veía la llevaba en el macuto hasta que podía dártela.

Los había un poco vaguetes que no te enviaban la postal sino que te la daban en mano al regreso, algunas hasta sin escribir y sin poner el nombre siquiera, supongo que era el equivalente a los regalos de hoy en día que cuando sales de viaje siempre regresas con algún recuerdo para la familia, los amigos, los compañeros, etc.

Generalmente las postales me las enviaban a casa y mi portera, que era quien las echaba en el buzón, si me veía llegar siempre me avisaba y me decía “Mary tienes una postal de otro alpinista” y se daba importancia diciendo que en su portal vivía una alpinista que recibía un monton de postales

Al principio, me acordaba de quien me había traído cada postal, de las que no estaban escritas me refiero, pero desgraciadamente ahora con el paso del tiempo ya no, si que veo alguna cara pero no le pongo nombre y también tengo algunos nombres pero no les pongo cara. Pido perdón a todas esas personas de las que no me acuerdo bien.

En aquellos años, con que coincidieras dos veces en el autobús de línea a Manzanares con alguien ya te llamabas amigo, así que como amigo, te escriba en la primera ocasión que tenía, quizá también por lo que representaba escribir la postal, porque eso quería decir que habías salido fuera, cosa que no todo el mundo se podía permitir, había que tener en cuenta que éramos gente muy joven y nuestro poder adquisitivo era bastante escaso.

Yo tengo un montón de ellas que todavía conservo, aunque no todas, las que faltan las perdí en una mudanza, junto con unos libros y las orejeras de Chinchon, rojas muy bonitas, que después de estarlas guardando 20 años con todo el amor del mundo por una equivocación con las cajas me quedé la caja que no era y perdí aquellas cosas que con tanto cariño guardaba. Lo sentí mucho la verdad, porque precisamente en esa caja guarde “las cosas importantes” (como las orejeras) y las que no cogían en esa caja las metí en otra que fue la que por lo menos conservé.

Por entonces casi la mayoría de la gente que conocía iba a Picos y Pirineos, y casi todos terminaban, poniendo un R.I.P. al final de la tarjeta, parecía casi una consigna, los que empezaban porque en cualquier sitio que se metieran se la podían pegar y los grandes porque quizá era muy arriesgado lo que pretendían hacer.


Exagerando un poco debo de ser una de las personas de España que mas variaciones del Picú tiene. Hay excepciones, claro, pero solo me quedan un par de ellas.


Una de Chamonix, que eran palabras mayores, es de la aguja del Midi, de alguien que ahora no recuerdo quien es y por la firma no soy capaz de sacarlo y el caso es que en la despedida me pone “un fuerte abrazo, de este compañero que no te olvida”, así que debía de ser alguien más o menos cercano, por lo de no olvidarme.

La otra es de Marsella, de Carmelo “el Espinilla”. Que por cierto siempre fue encantador conmigo, y que además y porque no decirlo, físicamente era muy atractivo, incluso con la cicatriz, con el pelo largo y liso que siempre llevaba muy limpio.

Con Carmelo coincidiamos más en la nieve esquiando que escalando, esquiaba bastante bien. La última vez que le vi fue a principios del año 74 en el bar de la Estación de Cotos.

Es curioso que desde que deje de subir, no he vuelto a ver a nadie, ni siquiera por casualidad he coincidido, ni con mis amigos ni con ningún conocido. Es como si cuando lo dejé se hubiera cerrado un circulo, y se hubieran creado dos mundos paralelos y diferentes, separados por miles de años luz uno de otro sin posibilidad de comunicación.

Treinta y cinco años después, y un día que paseaba por el Ciberespacio, o la galaxia virtual, o como queramos llamarlo me encuentro con una parte de ese mundo, allí como congelado en el tiempo, y veo a gente de mi tiempo, con historias de mi tiempo, pero miro mejor y veo que no está congelado no, veo que ha ido avanzando y sigo caminando y veo lo que ha ido cambiando, y también que la gente ya no es igual, menos mal que todavía quedan de los mios, los comprometidos con la conservación de la montaña.

Parece que me encuentro en una novela de Stephen King, de esas que tratan sobre mundos paralelos, como la saga de “La Torre Oscura”, que estaba inspirada en el relato de Robert Browning, “Childe Roland a la Torre Oscura llegó”, se cree que Rolando es el protagonista de un cantar de gesta francés, anónimo del siglo 11 “La canción de Rolando”.

La diferencia con la novela de Stephen King, es que en ésta los protagonistas, pueden pasar mediante el exotránsito y unas puertas que se abren, a distintos mundos y distintos “cuándos” y sin embargo yo no.
Es como si hubiera recibido una postal del más allá, de algún amigo relatándome sus aventuras.

5 comentarios:

trippero dijo...

...todos esos momentos se perderán, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.
(Blade runner)

trippero dijo...

...Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.

MCB dijo...

Pues hagamos que no se pierdan. Y porque morir? Mientras haya alguien que nos recuerde viviremos por siempre.

trippero dijo...

Me encanta tu espíritu vitalista, eres cien por cien puro ánimo.

MCB dijo...

No creas. Trato de serlo pero a veces tambien me pongo muy negativa.