domingo, 7 de noviembre de 2010

La Llorona

En ocasiones, y sin un motivo aparente,  nos viene a la mente una estrofa de un poema o  canción que repetimos machaconamente y sin poder evitarlo, cuanto más intentamos dejar de pensar en ello con más insistencia lo hacemos. Eso me pasó a mí el otro día con la canción de “La Llorona”, no hacía más que repetir insistentemente, “todos me dicen el negro, llorona, negro pero cariñoso ….”  la verdad es que no tengo ni idea de por qué me desperté con esa canción en la cabeza.

Ante mi incapacidad para dejar de cantar algunas estrofas de la dichosa canción y dado que intentaba infructuosamente no pensar en ello decidí entrar en Internet en busca de algo acerca de la canción ya que además quería recordar, sin éxito,  quien la cantaba.  Si esto hubiera sucedido 20 años antes tendría que haber recurrido a los conocidos, familiares y amigos, e incluso hubiera tenido que cantarles un trocito de la canción, cosa que por cierto no se me da muy bien. Y es que hace 20 años no existía ningún buscador como Yahoo, Google, etc.

Me encontré con que además de ser una canción de Chavela Vargas, muy versionada, ha sido cantada por Raphael, Joan Báez, Lila Downs, esta última una cantante mejicana que en su estilo musical reivindica sus raíces mexicanas y el de los pueblos indígenas mexicanos, entre ellos el mixteco, zapoteco, maya, purépecha, también es una leyenda de fuerte implantación en Hispanoamérica, llegando a tener en algunos países distintas variantes del mismo personaje.

Entre las versiones encontradas, he elegido la leyenda popular de la Llorona en México que todavía a día de hoy hay gentes que cuentan se la sigue viendo por las calles arrastrando su pena. Quienes la han visto hablan de una mujer con cara huesuda, melena larga y enmarañada, ojos rojizos y sus vestidos están sueltos y deshilachados.

Cihuacoatl
La tradición de La Llorona tiene sus raíces en la mitología de los antiguos mexicanos. Habla de la diosa Cihuacoatl, divinidad azteca, mitad serpiente mitad mujer. Cihuacóatl fue la primera mujer en dar a luz, considerada por ello protectora de los partos y, en especial, de las mujeres muertas al dar a luz. Ayudó a Quetzalcóatl a construir la presente era de la humanidad moliendo huesos de las eras previas y mezclándolos con sangre. Es madre de Mixcóatl, al que abandonó en una encrucijada de caminos. La tradición dice que regresa frecuentemente para llorar por su hijo perdido, pero en el lugar sólo encuentra un cuchillo de sacrificios. Regía sobre el Cihuateteo, las mujeres nobles que habían muerto en el parto.
En la leyenda, esta divinidad surge en forma fantasmal para advertir sobre la destrucción del imperio de Moctezuma, tomando después como nombre popular el de La Llorona.
El imperio mexica dominó durante siglos el área de México. Según la leyenda, los fundadores del mismo partieron guiados por una profecia que afirmaba que los dioses les enseñarían dónde debían asentarse mediante una señal: un águila devorando una serpiente, de pie sobre un nopal en medio de un lago. Cuando llegaron a donde actualmente está la Ciudad de México, Distrito Federal, vieron el signo en medio de una amplia laguna. Sobre sus aguas erigieron la vasta ciudad de Tenochtitlán.
Con los años, los españoles llegaron a tierras mexicanas. Comandados por Hernán Cortés, tomaron la ciudad de Tenochtitlán, la redujeron a ruinas y asesinaron a los emperadores Moctezuma y Cuauhtémoc y fundaron sobre la desolación la actual Ciudad de México.
La tradición es, por consiguiente, remotísima; persistía a la llegada de los castellanos conquistadores y tomada ya la ciudad azteca por ellos y muerta años después doña Marina, o la Malinche, contaban que ésta era La Llorona, la cual venía a penar del otro mundo por haber traicionado a los indios de su raza, ayudando a los extranjeros para que los sojuzgasen.

La Malinche

A mediados del siglo XVI, los vecinos de la ciudad de México se recogían en sus casas a la hora de la queda, tocada por las campanas de la primera Catedral; a media noche y principalmente cuando había luna, despertaban espantados al oír en la calle, tristes y prolongadísimos gemidos, lanzados por una mujer a quien afligía, sin duda, honda pena moral o tremendo dolor físico.

Las primeras noches, los vecinos contentábanse con persignarse o santiguarse, que aquellos lúgubres gemidos eran, según ellos, de ánima del otro mundo; pero fueron tantos y repetidos y se prolongaron por tanto tiempo, que algunos osados y despreocupados, quisieron cerciorarse con sus propios ojos qué era aquello; y primero desde las puertas entornadas, de las ventanas o balcones, y enseguida atreviéndose a salir por las calles, lograron ver a la que, en el silencio de las oscuras noches o en aquellas en que la luz pálida y transparente de la luna caía como un manto vaporoso sobre las altas torres, los techos y tejados y las calles, lanzaba agudos y tristísimos gemidos.

Vestía la mujer traje blanquísimo, y blanco y espeso velo cubría su rostro. Con lentos y callados pasos recorría muchas calles de la ciudad dormida, cada noche distintas, aunque sin faltar una sola, a la Plaza Mayor, donde vuelto el velado rostro hacia el oriente, hincada de rodillas, daba el último angustioso y languidísimo lamento; puesta en pie, continuaba con el paso lento y pausado hacia el mismo rumbo, al llegar a orillas del salobre lago, que en ese tiempo penetraba dentro de algunos barrios, como una sombra se desvanecía.
La LLorona

"La Llorona, era a veces una joven enamorada, que había muerto en vísperas de casarse y traía al novio la corona de rosas blancas que no llegó a ceñirse; era otras veces la viuda que veía a llorar a sus tiernos huérfanos; ya la esposa muerta en ausencia del marido a quien venía a traer el beso de despedida que no pudo darle en su agonía; ya la desgraciada mujer, vilmente asesinada por el celoso cónyuge, que se aparecía para lamentar su fin desgraciado y protestar su inocencia."

Poco a poco, a través de los tiempos la vieja tradición de La Llorona ha Ido borrándose del recuerdo popular. Sólo queda memoria de ella en los fastos mitológicos de los aztecas, en las páginas de antiguas crónicas, en los pueblecillos lejanos, o en los labios de las viejas abuelitas, que intentan asustar a sus inocentes nietecillos, diciéndoles: ¡Ahí viene La Llorona!

Hasta aquí la leyenda de La Llorona y aunque este no es un blog de música para ilustrarle, porque ya lo he hecho otras veces  y también para resarcirme,  he elegido un video de la canción y aunque algunos dirían que tendría que haber elegido uno de Chavela Vargas,  yo me quedo con Joan Baez.


5 comentarios:

El rey lagarto dijo...

Nunca sabe uno porque le da por cantar muchas veces una cancion repetidas veces y en ocasiones canciones que ni siquiera te gustan.

Desconocía por completo la historia de la llorona, es una pena que se pierda su recuerdo, siempre he creído en las tradiciones y en su recuerdo.

Tampoco conocía el tema, pero me gusto en la voz de Joan Baez.

Bona nit Mcb

MCB dijo...

Yo sabía que la canción era bastante antigua y si la conocía, y todavía la sigo tatareando de vez en cuando pero de la historia no tenía ni idea y sin embargo es una leyenda muy extendida.

Es una pena que se vayan perdiendo las historias a mi me gustan las leyendas populares esas que van pasando de generación en generación, ahora con Internet es mas fácil conservarlas.

Bona nit.

catacaldos dijo...

Magnífico post ,precioso; y Lila Downs ha venido varias veces a Madrid, así que seguramente podrás disfrutar de ella en breve , merece la pena.

Anónimo dijo...

The song remains the same

MCB dijo...

Mi querido anónimo, Led Zeppelin. Ya sabes que soy fan incondicional de los Zep