En el año 1972, el productor musical Terry Knight, escribió para presentar un disco de Grand Funk Railroad, algo parecido esto
“Desde los albores de la historia conocida, desgranando la vida de todo hombre, mujer y niño que alguna vez hubieron pisado esta tierra, ha habido tan solo un puñado cuyo destino fue ser conocidos como fenómenos. De su nacimiento provinieron sus actos, y de sus actos, el reconocimiento. Y verdaderamente fueron pocos, los verdaderos líderes de cada culto, cada fenómeno, los que nacieron para que en su tiempo fueran conocidos solamente a través de sus nombres de pila, Cleopatra, Jesús, Miguel Ángel, Napoleón, Elvis, etc. Por supuesto, hubo literalmente centenares –desde Mozart a Einstein - de Velázquez a Hemingway- que dejaron para siempre sus apellidos en las páginas de la historia.”
Pero Terry Knight se olvidó de decir que hubo otros muchos que fueron conocidos por su sobrenombre o apodo, El Che, La Pasionaria, El Greco, “Caravaggio”, (por cierto uno de mis pintores favoritos) el Boss, etc.
La persona de quien voy a hablar, es conocida por su nombre, y su sobrenombre, así que para que no quede ninguna duda, le citaré por su nombre completo y su apodo:
RAFAEL GONZALEZ DURAN, LOQUILLO
No voy a hacer un perfil de loquillo, voy a hablar de lo que representó para mi. Con el paso del tiempo, me he dado cuenta que conocer a Loquillo, marcó un antes y un después en mi andanzas pedriceras. Hasta entonces íbamos con un grupo en el que no hacíamos nada, también es verdad que bastante tenían con ellos mismos.
Loquillo fue como pasar de nivel en un videojuego.
Por ejemplo la gente. Conocimos a mucha gente que era alguien en el mundo de la montaña y la escalada, entre otros a José Angel Lucas, que desgraciadamente se fue cuando y como no debía. El único consuelo es el famoso “al menos se fue haciendo lo que mas le gustaba”, pero aun así es una putada. Recuerdo que cuando se despidió porque se marchaba, se iba con Piviu, a hacer la Punta Walker, me dio un abrazo y dijo: A ver si cuando vuelva montamos algo eh?. Pero no volvió.
Pero volviendo a Rafa era, y estoy segura de que lo seguirá siendo, una excelente persona. Loquillo ya era todo un personaje y sin embargo era una persona muy normal, y de una gran generosidad porque que una persona como él se preocupara de dos muchachitas como nosotras es ser muy generoso.
Siempre se preocupó de nosotros, hasta en los mas mínimos detalles, por ejemplo, yo no tenía saco, porque en mi casa no me dejaban ir a dormir los sábados, así que me tenía que buscar la vida para poder hacerlo. Tenía la suerte de tener una amiga que tenía un chalet en una de las urbanizaciones de Manzanares, así que en casa decía que iba a dormir a casa de Maria. Loquillo me dejaba su saco que era un Pedro Gómez y daba gusto dormir en el y el utilizaba una funda de vivac.
Fue Loquillo quien nos hablo de la necesidad de afiliarnos en un club de montaña y nos llevó al Club Galayos, y como para estar allí necesitabas tener un cierto curriculum, Loquillo se encargó de prepararnos. A ciertas personas les comió la envidia, por cierto.
Tambien cambiamos nuestros pertrechos montañeros, las viejas y pesadas botas, por unas cletas, que nos recomendó, creo que eran unas Kamet. Cambiamos el macuto por uno impermeable de ataque, etc.
Continuará .......................
HOY ES EL DIA DE LAS MONTAÑAS, POR FAVOR CUIDEMOSLAS
2 comentarios:
Creo sinceramente que tu ya estas en el nivel tres. la apostilla al discurso de Knight, es sencillamente apabullante, que demuestra que cuando somos lo que hacemos, nuestra obra es más importante que nuestra vida. Yo no supe el nombre de Loquillo hasta tres años después de haberle conocido, aquel día que me lo presentó el Caniche, en la base de la pared de Santillana. Una bonita historia. Mira por dónde sin saberlo, estabas en medio del volcan, con Rafa, Piviu, Lucas... Gracias por subirte al carro del desentierro de la memoria.
Aunque parezca reiterativa gracias a ti. No te puedes imaginar lo que sentí la primera vez que vi tu blog, que además fue por casualidad. Fue como en las peliculas, que el tiempo empieza a retroceder muy deprisa y de repente te encuentras en el año 71 mirando el Tolmo. Me pareció como si fueras el amigo perdido y vuelto a encontrar porque lo que contabas eran mis vivencias y hasta la gente era la misma, así que era como si arrancara otra vez de donde me había quedado entonces. Creo que ya he dicho que aquellos años fueron los mejores.
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